Coronavirus: China silencia las críticas sobre la mortal enfermedad

China silencia las críticas sobre el mortal virus. Foto: EFE.

El desastre del síndrome respiratorio agudo grave (SRAG o SARS, por sus siglas en inglés ) suponía que China sería arrastrada a una nueva era de apertura y responsabilidad. Esta mortal enfermedad se extendió por todo el mundo hace 17 años, siendo apoyada por el gobierno chino que encubrió su propagación. A medida que la enfermedad escalaba, periodistas, intelectuales y varios críticos comenzaron a forzar a Pekín para que se abriera sobre el problema.

“El SARS es el 11 de septiembre de nuestro país. Nos forzó a pensar en el significado real de la globalización”, había manifestado el periodista Xu Zhiyuan, quien en ese entonces era un joven columnista y crítico acérrimo del manejo de las autoridades chinas al momento de lidiar con la epidemia. Estas declaraciones las hizo en una entrevista del 2003 con el New York Times.

Hoy, China se encuentra ante un nuevo brote de una ‘misteriosa enfermedad’, el coronavirus, que ya se cobró la vida de 26 personas e infectó a más de 887. Si bien la respuesta de Pekín mejoró de muchas maneras, también retrocedió en otras. Actualmente, las autoridades detienen a personas que esparcen lo que el gobierno considera que son “rumores”, suprimiendo la información que a su criterio es alarmante.

Aunque los equipos de censura de China se encuentran escaneando la red del país, la comunidad en línea está registrando su decepción y alarma por el manejo de crisis ante el nuevo virus que surgió en la ciudad de Wuhan y se extendió rápidamente a otros países, incluso Estados Unidos.

“Yo creí que el SARS iba forzar a China a repensar su modelo de gobernanza, fui bastante ingenuo”, expresó Xu.

El brote de coronavirus cambió a China de muchas maneras. Su economía se multiplicó por ocho. La infraestructura mejoró: tienen más rascacielos, subterráneos y líneas ferroviarias de alta velocidad que cualquier otro país. Sus compañías tecnológicas rivalizan con los gigantes de Silicon Valley. Una burocracia más receptiva brinda a más personas atención médica, servicios sociales e incluso mejoras en la calidad de vida.

En lo que se refiere al control de enfermedades y el sistema de salud, China amplió su capacidad de respuesta. Wuhan, el epicentro de la epidemia, es el hogar del laboratorio más avanzado del mundo en lo que respecta a la investigación de patologías epidémicas. Todos estos avances tienen un precio: el gobierno tiene una política de mano dura con las redes sociales, internet y la sociedad civil. Ahora que el país asiático tiene mayor poder adquisitivo, la aptitud para el control de la información y la censura es más grande.

Como resultado de este control, muchos medios de comunicación, activistas y organizaciones, que se encargaban de exigir responsabilidad al gobierno en 2003, fueron silenciados o marginados.

“El sistema tiene éxito porque destruye a los que critican con integridad, credibilidad y se basan en su capacidad para contar historias. Hay un montón de información desordenada y muchas personas frágiles, aisladas y enojadas”, escribe Xu en sus redes sociales.

Con la reaparición del coronavirus el Wuhan, el gobierno chino redobla esfuerzos para guardar las apariencias. El primer caso se reportó el 8 de diciembre del año pasado. A medida que la enfermedad se expandía, las autoridades de la ciudad continuaban afirmando que la situación estaba controlada y la enfermedad era tratable. La policía, por su parte, interrogó a ocho personas que publicaron información acerca de la dolencia, asegurando que se trataba de ‘rumores’.

Recién el sábado pasado Wuhan decidió exponer al mundo la gravedad del brote. Lo hicieron en un evento para 40.000 familias, para que así la ciudad pudiera postularse para el récord mundial de mayor cantidad de platos servidos en una recepción. El mismo día que revelaron la noticia a los demás países, anunciaron que entregarían 200.000 entradas a los residentes de la comunidad para que pudieran participar de las actividades del festival del Año Nuevo Lunar, que comienza este fin de semana.

El gobierno central dio total apoyo a las autoridades de Wuhan. Wang Guangfa, un destacado neumólogo del gobierno, dijo a la emisora ​​estatal de Televisión Central de China que la neumonía de Wuhan estaba “bajo control” y principalmente una “condición leve”. Estas declaraciones fueron emitidas el 10 de enero. Once días después, confirmó a los medios que se habría enfermado él mismo durante una inspección realizada en la ciudad.

Reconocer un brote epidémico puede llevar tiempo y China no es el primer país acorralado por una enfermedad, pero las decisiones que toma el gobierno para el abordaje de la enfermedad están teniendo un impacto enorme en el sector comercial y en los medios de transporte. Wuhan es una ciudad de 11 millones de habitantes, incluyendo cerca de un millón de estudiantes que provienen de diferentes puntos del país. Para el momento en que se reveló la seriedad de la epidemia, la temporada de viajes de 40 días por las festividades del Nuevo Año Lunar ya había empezado y en esta época, los chinos realizan aproximadamente tres mil millones de viajes alrededor del territorio.

Los chinos podrían haber tomado decisiones totalmente diferentes si es que los titulares de los medios de comunicación expresaran preocupación debido al coronavirus. En lugar de esto, incitaron a que viajen. El martes pasado se confirmaron cinco casos de la enfermedad en Pekín y todos fueron ‘importados’ desde Wuhan por personas que visitaron la ciudad por estudio, placer o trabajo.

Hasta hace una semana, algunas personas en China decían que la enfermedad era un “virus patriótico”. Aparecieron casos en Hong Kong, Tailandia, Vietnam, Japón y otros países asiáticos. Ninguna ciudad de China, además de Wuhan, reportó casos de coronavirus. No fue sino hasta que la prensa de Hong Kong reportó que la infección se había esparcido a otras ciudades que las autoridades chinas comenzaron a tomar cartas en el asunto.

Algunos críticos ven paralelismos con la epidemia de SARS anterior. En el 2003, el periódico de Guangzhou, ‘Southern Metropolis Daily’ fue el primero en reportar sobre el brote. Fue un médico militar quien informó con los pocos datos que tenía y sólo así el gobierno comenzó a actuar.

“La manera en la que el virus se volvió de público conocimiento es la misma que hace 17 años”, observó la periodista Rose Luqiu, quien estuvo a cargo de la cobertura de la epidemia para Phoenix Television en Hong Kong.

Muchas de las valientes voces del 2003 ya no están, como muchos de los medios de comunicación que estuvieron activos en los años 90 y en la década pasada. El Southern Metropolis Daily perdió su libertad para hacer coberturas que exigan al gobierno que se haga responsable de sus acciones. Son muy pocos los medios del continente que cubren la crisis de manera crítica.

En 2003, Phoenix Television pidió que Rose Luqiu volviera de Irak para poder seguir al recientemente electo, Wang Qishan, durante una semana para que pudiera entender cómo el gobierno lidiaba con la crisis. Posteriormente, Wang se convirtió en el vicepresidente de China. Y esta es la apertura que hoy es inimaginable.

La semana pasada, cuando un grupo de periodistas de Hong Kong quiso ingresar al hospital de Wuhan que atendió a la mayoría de los pacientes infectados con el coronavirus, la policía los detuvo durante algunas horas. Les pidieron que borraran todo su material televisivo y que entregaran sus teléfonos y cámaras para ser inspeccionados.

Luqiu escribió un artículo para qq.com, un portal de noticias propiedad del gigante Tencent, sobre las medidas que Hong Kong estaba tomando respecto a la crisis ocasionada por el virus. La publicación fue borrada 10 horas después.

El médico militar, Jiang Yanyong, que reportó el primer brote de SARS hace 17 años fue puesto bajo arresto domiciliario indefinido y se le prohibió viajar a Estados Unidos. Además, los medios oficialistas se encargan de describirlo como un “mal ejemplo”. Incluso en las escuelas, cuando se hacían preguntas de selección múltiple sobre la actitud del doctor Jiang, la respuesta correcta siempre era “estuvo mal, porque dañaba los intereses de la nación, la sociedad y la comunidad y debería ser castigado legalmente”.

Esta vez, el gobierno admitió el problema más rápido y las autoridades de Pekín comenzaron a mostrar más determinación para volcarse hacia la transparencia. Un comité partidario de gran importancia mencionó el martes que no tolerarán ningún tipo de acción que pretenda esconder las infecciones.

“Quien se demore u oculte información deliberadamente, persiguiendo únicamente sus propios intereses, será presentado históricamente como una vergüenza”, expusieron en un comunicado que fue eliminado unas horas después.

El problema inicia cuando el gobierno es la única fuente de información, ya que así pueden perderse varios datos invaluables para el abordaje de la crisis. Una oficina de policía de la provincia de Shangdong publicó el miércoles que habían detenido a cuatro ciudadanos por “expandir rumores sobre un caso sospechoso de coronavirus en la ciudad”. En entornos como este, la gente no se anima a hablar.

“Las autoridades están enviando mensaje claro: Solamente las agencias del gobierno pueden hablar sobre la epidemia. Todos los demás deben callarse”, escribió Yu Ping, un exreportero del Southern Metropolis Daily, en su blog personal.

“No es divulgación pública. Es un monopolio de la información”, finalizó.

 

Argentina confirma el primer caso de encefalitis equina en humanos

Imagen ilustrativa.

Las autoridades sanitarias apuntaron que la enfermedad había sido diagnosticada por última vez en personas en 1996.

El Ministerio de Salud de Argentina confirmó en fecha reciente el primer caso humano de encefalitis equina del oeste (EEO) en más de dos décadas, según se lee en un comunicado difundido por el organismo en su portal oficial.

De acuerdo con el reporte, se trata de una persona residenciada en una localidad de la provincia de Santa Fe (noreste), donde las autoridades sanitarias ya habían detectado caballos enfermos e implementado el protocolo de vigilancia epidemiológica en humanos, de conformidad con la alerta decretada el pasado 28 de noviembre.

“En este marco, el caso se abordó como sospechoso ante los síntomas que presentaba y el antecedente de residencia en una región donde hubo casos confirmados en equinos”, precisa el texto.

Las autoridades sanitarias explican que la EEO “es una enfermedad causada por un virus que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados que actúan como vectores, principalmente en áreas rurales”, que “tiene un periodo de incubación de dos a 10 días” y que, por lo general, presenta un cuadro leve de fiebre, cansancio, malestar general y dolores musculares, que remite “espontáneamente” en un lapso de entre siete y 10 días.

Como medidas preventivas recomiendan sanear el ambiente destinado a los caballos, drenar o rellenar los espacios donde puedan acumularse aguas que sirvan como receptáculos de cría de huevos de mosquitos y desmalezar las áreas circundantes a las viviendas, para disminuir la presencia de mosquitos adultos.

A esto suman vestir de mangas largas en lugares de riesgo, instalar mosquiteros en puertas y ventanas, usar insecticidas domésticos y fumigar periódicamente las áreas abiertas con repelentes de insectos que contengan el ingrediente activo DEET.

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¿Otra guerra? Venezuela inicia ejercicios militares ante “amenaza” de Guyana

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.

Más de 5.600 efectivos militares de Venezuela participan desde ayer jueves en ejercicios militares ordenados por el presidente Nicolás Maduro como "respuesta a la provocación y amenaza del Reino Unido", que envió un buque de guerra a Guyana en medio de una centenaria pugna territorial.

“He ordenado la activación de una acción conjunta de toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana sobre el Caribe Oriental de Venezuela, sobre la fachada atlántica, una acción conjunta de carácter defensiva y como respuesta a la provocación y a la amenaza del Reino Unido contra la paz y la soberanía de nuestro país“, dijo Maduro en una cadena de radio y televisión, en la que mostró imágenes de navíos y aviones de guerra patrullando la zona.

De concretarse un conflicto bélico, sería el tercero en curso detrás del que enfrenta a Ucrania y Rusia y el de Israel y el grupo terrorista Hamás. Además, el primero en desarrollo en Sudamérica, luego de mucho tiempo.

 

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Principal central obrera de Argentina convoca a paro general el 24 de enero

Principal central obrera de Argentina convoca a paro general el 24 de enero.

La Confederación General del Trabajo, la principal central obrera de Argentina, convocó un paro general el próximo 24 de enero en rechazo a un decreto y un paquete de proyectos de ley del recién inaugurado presidente Javier Milei, anunció su secretario general, Héctor Daer.

“El día 24 vamos a hacer un paro con movilización al Congreso para apoyar a aquellos diputados y senadores que nos planteen que esto no puede pasar en Argentina”, dijo Daer este jueves, al considerar que el decreto y los proyectos de ley, que buscan desregular la economía argentina, concentrarían en el presidente “la suma del poder público”.

Milei, un ultraliberal que asumió la presidencia el 10 de diciembre, se propone dar un gigantesco remezón a la economía argentina con la derogación o reforma de más de 300 leyes mediante un decreto que entrará en vigor el viernes y que incluye el régimen laboral.

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Además, presentó esta semana al Congreso un paquete de modificaciones de leyes que permitirá la privatización de más de 40 empresas públicas y limitará el derecho de reunión y manifestación, entre otros aspectos.

La CGT pidió el miércoles ante la justicia la declaratoria de inconstitucionalidad del decreto de Milei, con una movilización de miles de personas a la sede de los tribunales en Buenos Aires.

“No hay ningún contacto con el gobierno, y nosotros no propusimos esta dinámica”, declaró Daer.

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“En menos de una semana transforman la Argentina y nos llevan a la Argentina pastoril”, criticó el dirigente sindical al aludir a las propuestas de Milei, quien se considera un libertario capitalista.

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